El
consumidor español comienza a cambiar sus hábitos y empieza
a estar más comprometido socialmente. Cada vez tiene más en cuenta la conducta
de la empresa cuando toma decisiones de compra
Esta es una de las conclusiones
a la que han llegado Mercadona y las Asociaciones de consumidores CEACCU,
FUCI,
CECU,
UNAE
y UCA/CAUCE,
en el estudio con título “El nuevo perfil del
consumidor”; en el que, a través de cinco capítulos, se analiza el nuevo perfil del consumidor
desde diferentes aspectos.
En esta publicación se presentan las conclusiones
del cuarto capítulo, “Responsabilidad
Social Empresarial y Desperdicio de Alimentos”. Esta parte del estudio, ha
sido elaborada por CECU y ya se
puede descargar en este enlace. El siguiente y último capítulo, también será público
y accesible a través de este mismo medio y el de las citadas asociaciones en
los próximos meses.
Paulatinamente,
y quizás incitada por la crisis económica, la sociedad se va haciendo consciente
de que todos somos responsables, cada uno en su papel, de las medidas que
adoptamos para evitar el desperdicio de alimentos y para fomentar un consumo
responsable. Todos los actores implicados –productores, distribuidores y
consumidores- tenemos en nuestras manos avanzar en la solución a este gran
problema. Las prácticas responsables, junto a un consumo informado y
consciente, han de componer el escenario futuro para un cambio en el modelo
agroalimentario, que deberá ser sostenible, capaz de alimentar a toda la
población mundial y con el necesario equilibrio entre economía, sociedad y
medio ambiente.
“Un consumidor más responsable”
La Responsabilidad Social Corporativa es una nueva concepción de empresa inmersa dentro de la sociedad. A través de la
RSC se trata de lograr la globalización de los Derechos Humanos, de involucrar
a toda la cadena productiva y en alcanzar un patrón de crecimiento sostenible a
largo plazo. (“La RSC es, según
definición ISO 26000 (2010), la
responsabilidad de una organización
ante los impactos que sus decisiones y actividades ocasionan en la sociedad y
el medio ambiente, mediante un comportamiento ético y transparente (…).
Este concepto
ha ido abriéndose paso en nuestra sociedad y muchos consumidores ya conocen y lo exigen a las empresas. Esta
acción está influyendo, de forma constante y creciente, en el posicionamiento de
las empresas en el mercado, siendo ya capaz de marcar tendencias e influir en
el mismo. Así, las empresas son más conscientes del riesgo y de los beneficios
que puede suponer su actividad; del impacto que pueden tener sus actos en la
sociedad; saben cuáles son sus prioridades y que éstas se deben integrar en su
totalidad.
Tanto los derechos o los
deberes de los consumidores como sus actos, decisiones, actitudes, u opiniones,
son clave fundamental para el futuro de las empresas y son parte fundamental de
la RSC. En sus relaciones con los consumidores, las empresas deben perseverar
en el esfuerzo por promover la formación e información de los consumidores con
el fin de mejorar la capacidad de estos para, entre otras cosas:
a) Tomar decisiones con
conocimiento de causa sobre los bienes, servicios y mercados
b) Comprender mejor el
impacto económico, medioambiental y social de sus decisiones
c) Apoyar un consumo
sostenible
“Un
consumidor más solidario”
El
consumidor, cada día es más consciente del problema del desperdicio
de Alimentos y quiere cambiar de hábitos fomentando un consumo responsable. Según
la FAO, en la actualidad se producen suficientes alimentos para alimentar a
toda la población mundial, sin embargo hay más de 850 millones de personas que
pasan hambre mientras que aproximadamente 1.400 millones de personas padecen
sobrepeso u obesidad a causa del reparto poco equitativo de los recursos. Además,
se estima que un tercio
de todos los alimentos que se producen para la alimentación humana en el mundo
se pierden o desperdician; lo que supone unas 1.300 millones de toneladas al
año . Según un informe a nivel europeo, el 50% de los alimentos producidos en
la región se desperdician a lo largo de la cadena; unos 89 millones de
toneladas al año, lo que corresponde a unos 179 kilos per cápita. Este desperdicio
proviene en un 42% de los hogares, un 39% corresponde a la industria, un 14% a
la restauración y un 5% a la distribución.
De
esta situación todos somos responsables -productores, distribuidores y
consumidores- y, por ello, todos debemos participar en la solución. Es
evidente que si queremos garantizar alimentos
de calidad y en cantidad suficiente para todos es necesario cambiar nuestros hábitos de consumo y
buscar formas de producción más respetuosas con el medio ambiente, equitativas y
justas.
Por
todo lo anterior, el consumidor pide que la Sociedad, en su conjunto, contribuya
a la Responsabilidad Social y a evitar el
desperdicio de alimentos. Así, diferentes encuestas revelan que los consumidores se muestran dispuestos a optar en
sus compras por empresas con un mejor comportamiento social y medioambiental.
Además están dispuestos a pagar más por los productos y servicios de aquellas
empresas que sean más responsables, aquellas que retornan con su beneficio en
la sociedad.
Recordamos los capítulos del estudio “Nuevo
perfil del consumidor”:
- El gran reto de la digitalización
en el sector alimentario.
- Nuevos hábitos del consumo de
alimentos. Decisiones de compra, factores y entorno.
- Seguridad
Alimentaria: presente y futuro.
- Responsabilidad
social y empresarial y Desperdicio de Alimentos.
- Cadena agroalimentaria sostenible ante el nuevo perfil del
consumidor. La respuesta a la demanda de productos frescos.
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